Chris Power
La casa de los muertos, como la llamaban en el pueblo al momento de mi nacimiento, tenía ya muchos años cerrada, abandonada a su suerte. El camino de piedras que conducia a la puerta principal, habia sido desmantelado durante los años del odio. Una vez orgullo de sus dueños, las piedras habian sido arrancados de raiz para ser usados como armas contra la fachada de la obstentosa masión y sus habitantes. Cuentan que una de esas piedras fue a dar contra la humanidad de Alexander Petrokovich, el menor de los hijos del potentado Petrikovich, arrancandole la vida en el acto.
Pero no es de aquel lejano pasado sobre lo que quiero contarles, aunque va a ser necesario referirme al mismo durante mi relato, es un pasado más cercano, uno del cual tambien fui protagonista. La casa donde nací quedaba a pocos metros de la gran masión. Allí vivía con mi padre, mi madre y mis dos hermanas . Mi padre, un hombre grande, rudo y testarudo decidio comprarla y mudarnos de nuestra su Alabama a ese condado de Nueva Orleans.
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